
Estimados lectores, actualmente podemos darnos cuenta que
estamos en un tiempo de reflexión y rescate de valores para un vivir mejor, lo podemos ver en la
promoción y difusión de los valores ecológicos, para recuperar y restaurar
nuestra casa Madre planeta Tierra, que está deteriorándose por la falta de
amor, sentido conservacionista, sentido de pertenencia y el mal uso de los
recursos naturales que nos brinda la Madre Naturaleza.
Ahora es el turno a la “revolución verde”, como cita Daniel
Goleman en su libro porque cualquier vida humana tiene
un impacto sobre la vida del planeta: la famosa “huella ecológica”
la cual podemos calcular con esta calculadora, que también explica y predica
Jim Merkel en su Simplicidad Radical, que dice
consumir menos significa vivir mejor, ya con esto se está aplicando la
inteligencia ecológica la cual se puede definir como el arte , la habilidad y la
capacidad de vivir tratando de dañar lo menos posible a la naturaleza. Consiste
en comprender qué consecuencias tienen sobre el medio ambiente las decisiones
que tomamos en nuestro día a día e intentar, en la medida de lo posible, elegir
las más beneficiosas para la salud del planeta.
Para iniciarnos en
ese camino, es necesario comenzar desde nuestros hogares como punto de partida
para instaurar los valores ecológicos en los niños y niñas, luego en las
escuelas para formar y desarrollar esos valores de manera consciente, porque lo
más importante es tomar conciencia para poder hacer los cambios necesarios que
nos llevarán a pensar de forma crítica, objetiva, correctiva e inteligente,
sobre los impactos que cada uno de nosotros hacemos de manera consciente o
inconsciente en el ambiente que nos rodea e interactuamos.
Estamos en un
momento reflexivo donde debemos comenzar a revisar lo que tenemos en nuestros
hogares y los impactos ambientales que producen
sin darnos cuenta o simplemente comenzar a observar y a aplicar medidas
correctivas con los aparatos electrodomésticos, por ejemplo al salir
desenchufar los aparatos electrónicos porque consumen energía, apagar las luces
en los ambientes donde no estamos, cerrar bien las llaves para que no se
malgaste el agua, no botar el aceite por el desagüe, hacer reciclaje, verificar si lo que compro se fabrica
respetando el medio ambiente, reusar las hojas que usualmente botamos en las
oficinas, entre otros, es una forma de colaborar para un ambiente saludable.
Ahora bien, el consumo responsable
es la única alternativa de futuro que nos queda si queremos conservar muchas de
las comodidades de las que disfrutamos en este momento y muchas otras que
vendrán.
Con Internet, las redes sociales y la
globalización, las corporaciones ya no
emiten un mensaje que reciben los consumidores, ahora se ven forzadas a
mantener una conversación, en la que se les dice tanto lo bueno como lo malo, y
sólo aquellas que sean capaces de mantener esa conversación y demostrar
coherencia entre sus valores, actuaciones y conversaciones continuarán en el
tiempo desarrollando su actividad.
Esto nos permite ver en este presente la
importancia de aplicar los valores ecológicos para un futuro con equilibrio bioecoenergético.
Todo es ambiente, por lo tanto todo es
conciencia y es necesario recordar que las
actuaciones de cada individuo repercuten en el ambiente inmediato, el
pensar, expresar y actuar deben tener sincronía ecológica .
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