Estimados lectores, en este
barullo y vaivén de vida que se está viviendo, es necesario emplear y manejar
la solidaridad como un hábito diario para poder fluir ante tantas situaciones
complejas que se nos presentan en la cotidianidad.
La solidaridad es uno de
los valores humanos y universales por excelencia, del que se espera cuando otro
u otros requieren de nuestros buenos sentimientos para salir adelante.
En estos términos, la solidaridad se define
como la colaboración mutua entre las personas, como aquel sentimiento que
mantiene a las personas unidas en todo momento, sobre todo cuando se vivencian
experiencias difíciles de las que no resulta fácil salir.
Gracias a la solidaridad es
posible brindarle una mano a aquellos que resultan menos favorecidos con
cualquier tipo de situaciones que se
estén manifestando.
Actos de solidaridad lo
vemos muy frecuente cuando se presentan momentos difíciles mundiales, como
terremotos, tsunamis, inundaciones, guerras, entre otros, como también cuando
nos unimos por una noble causa como manifestaciones de paz, cadenas de
oraciones, servicios humanitarios y planetarios, entre otros.
Como vemos, la solidaridad
es más que nada un acto sentimental social, una acción que le permite al ser
humano mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social.
Es necesario y fundamental
fomentar y desarrollar la solidaridad en todas sus aristas y todas las áreas de la vida, como también
promoverla desde el hogar para que las niñas y niños desarrollen ese valor tan
importante en su cotidianidad inmediata, haciendo de este acto algo natural en
sus vidas.
Sin embargo, no es de extrañarse entonces que la solidaridad
se comporte como la base de muchos otros valores humanos o incluso, de nuestras
relaciones sociales más valiosas, tal como es el caso de la amistad. En este
sentido, la solidaridad nos permite sentirnos unidos a otras personas en una
relación que involucra sentimientos necesarios para mantener el funcionamiento
social normal.
En términos más generales, puede incluso
permitirle al hombre sentir que pertenece a determinado lugar, en otras
palabras, permite desarrollar sentimientos como los de pertenencia a cierta
nación, manteniendo a los ciudadanos de un mismo lugar luchar juntos por un
mismo motivo o trabajar unidos para lograr una misma meta.
Solidarios son las personas
entusiasta, firmes, leales, generosos, compasivos y fraternales, los
insolidarios son aquellos negligentes, egoístas, mezquinos, apáticos
indiferentes y codiciosos.
La solidaridad es un valor
de gran trascendencia para el ser humano, gracias a ella, se han logrado a lo
largo de la historia alcanzar los más altos grados de civilización y desarrollo
tecnológico como también se ha logrado sobrevivir de grandes desastres.
La solidaridad puede
cambiar el mundo, hacerlo más habitable y más digno. Se solidario con tu casa
Madre planeta Tierra y sé solidario con tu prójimo, así podrás fluir mejor en
este vaivén de vida.
Reflexión: Hay que
desarrollar la conciencia solidaria desde el hogar para poder proyectarla en la
sociedad.
Hasta la próxima semana.
Janitza Ramírez