martes, 27 de noviembre de 2012

El crédito del valor como recompensa del éxito, sabiduría, experiencia y lo ancestral.


Estimados lectores, muchas veces no nos detenemos a pensar un poco del valor natural de las cosas que tenemos o estamos inmersos, de lo que nos regalan, brindan, obsequian, de las amistades verdaderas, de lo que hacemos y creamos y mucho menos del bagaje  de conocimientos y experiencias vividas que valen más de lo que creemos.

La vida es un círculo que tiene muchos senderos que se transitan, con experiencias buenas y no tan buenas pero vividas con un resultado que afecta o marca nuestra senda, lo sabio es saber valorar, porque todo en este planeta tierra tiene un valor que se puede calcular o simplemente  incalculable, como dicen no tiene precio.

El reconocer lo que se trabaja es valorar, pero a su vez es manejar el merecimiento me explico, hago y me merezco lo que deseo, todo resultado de tu trabajo, esmero, estudio y perseverancia es tu éxito y experiencia lo que acredita al valor de lo que generas por tu producción de ideas, pensamientos, palabras, acciones, experimentos, hobbies, servicios, entre otros.

La vida en el mejor sentido de la palabra,  se basa en los valores Universales, como punto de partida para poder construir una vida armónica que permita valorar su esencia como tal.

Ahora bien el que no te haya ido bien la vida, no quiere decir que dejes de valorar, ni caer en el chantaje emocional “del pobre de mí “o “el no puedo” que son máscaras para esconder la falta de responsabilidad por la vida y el auge de surgir para valorar.

Existe una dinámica invisible que conduce  a la persona a su papel de víctima, pero es necesario romper con ese patrón y el paso certero es tener voluntad y determinación para reconocer sus carencias ocultas en ese patrón y recuperar nuestra capacidad de valorarnos por lo que somos y las capacidades y habilidades que poseemos.

 En un momento crítico como el que actualmente se está viviendo es necesario hallar nuevos valores, sostenibles en lo íntimo y en lo planetario, apropiarse de ellos para interactuar desde el valor a nivel global, personal y social, es decir de manera integral, estos actúan como un instrumento de GPS, pueden ayudar a orientar nuestro rumbo, ya que se disparan valores que son esenciales como la conciencia ecológica emergente, la conciencia planetaria, la conciencia de interrelación con el todo y el vivir con menos impacto ambiental, todo esto nos conduce a sentir reverencia por el valor a la vida y de la vida, ya que se manifiestan el sentido común, la gratitud y la sabiduría.

En tal sentido, en la actualidad se están retomando los valores básicos y reinventando a partir de ellos para iniciar un camino de transformación  y en el ámbito social hay dos valores claves que están en práctica como reequilibrar y participar, enfocados en el de redescubrir el valor tradicional, local y rural rescatando las experiencias y conocimientos  ancestrales globalizadas, volviendo a la esencia humana y de la tierra, y se está practicando la acción de la participación donde se refleja dos aspectos importantes el sentido de comunidad y crear redes, vehículos de la solidaridad pues genera un efecto de solidez a las relaciones humanas.
Todo esto nos lleva a reflexionar que debemos retomar la práctica de vivir aplicando los valores en nuestra cotidianidad, primero desde nuestro Yo Interno, luego en la familia para proyectarlo en el entorno social donde nos desenvolvemos, así estamos ayudando acreditar los valores esenciales de la vida para un mundo en constante evolución buscando y construyendo la paz, la armonía, el equilibrio y bienestar que necesitamos.

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